Por Tina Gardella para El
Diario del Juicio
Desde la sala de
audiencias del TOF, al mirar hacia arriba, un puñado de jóvenes se visualizan
tras del vidrio que particulariza a ese sector del primer piso del edificio.
Una especie de “pasarela vidriada” ha sido acondicionada tras sucesivos juicios
para que los periodistas puedan cumplir su labor profesional. Desde distintos
medios gráficos, radiofónicos, televisivos y portales de internet, acuden sus
corresponsales a dar cuenta de lo que se desarrolla en el recinto o a buscar
una entrevista informativa institucional preferentemente. Van y vienen. No
están en todas las audiencias y por el “ritmo informativo” según la jerga
periodística, los Juicios de Lesa Humanidad no ocupan lugar prevalente en la
agenda para los medios, más allá de algunas excepciones y más allá de la
voluntad de los propios periodistas.
Quienes sí están en
todas las audiencias, son los integrantes del Diario del Juicio. Estudiantes
universitarios y periodistas que sin descuidar el valor de la información y los
logros para institucionalizar las problemáticas singulares/colectivas de la
actuación terrorista del estado, ponen su trabaja al servicio de aquellos
silenciados, olvidados y ninguneados de la historia.
Los testimonios de las
víctimas, los testigos que acuden con toda su carga emocional y traumática, las historias de familias truncadas
para nunca volver a ser lo que fueron, los amores destrozados, los hijos
aterrados, los niños buscados, el desarraigo, la pobreza convertida en miseria,
el trabajo reducido a la nada, el desprecio por el conocimiento y los saberes
ancestrales, el control y disciplinamiento académico, las profesiones
“marcadas”, la desconfianza instalada, la sospecha acrecentada, lazos y más
lazos sociales hechos trizas… Estos han sido y son los múltiples abordajes
llevados a cabo desde el Diario del Juicio en el afán de aportar a la
construcción de una memoria atravesada por el necesario castigo a los culpables
y por una justicia que sea el reaseguro del vínculo social. Para eso construyen
escucha, la propia y la escucha social.
Dan cuenta de estos
abordajes hasta las propias notas del Diario del Juicio relacionadas al campo
periodístico: la desaparición y secuestro de Héctor Manuel Freijó, periodista y
director de la revista “Claridad”, en Monteros (“Yo te voy a decir donde está
enterrado tu papá” del martes 14 de Febrero de 2017) y la de Maurice Jeger,
periodista corrector del diario La Gaceta (“La importancia de la construcción y
el acompañamiento” y “Reflexiones de un hombre pequeñito” del martes 21 y
miércoles 22 de Febrero de 2017 respectivamente)
Lo que se narra, la
crónica que se instala, responden a un decir situado porque hay un recorrido
histórico, político y social de los organismos de derechos humanos que ha
demostrado la falacia del negacionismo y porque los integrantes del Diario del
Juicio articulan y relacionan lo que escuchan y lo que pasa en las audiencias,
con un presente que los atraviesa e interpela a ellos mismos.
No es raro verlos en
las audiencias pero también en las marchas de Ni una Menos, en las expresiones
contra los casos de violencia y abuso policial o en propuestas artísticas y
culturales que entrelazan presente, pasado, futuro en una valiosa y rica
experiencia político-social.
Por eso, para la marcha
del 24 de marzo, los integrantes del Diario del Juicio eligieron para estampar
en su remera la frase de Francisco “Paco” Urondo:
Arderá la Memoria hasta que todo sea como lo soñamos…
Para el Día del
Periodista, los integrantes del Diario del Juicio tienen un lugar privilegiado
de festejo.
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